Esta emergente sociedad de la información,
impulsada por un vertiginoso avance científico en un marco socioeconómico
neoliberal-globalizador y sustentada por el uso generalizado de las potentes y
versátiles tecnologías de la información y la comunicación (TIC), conlleva
cambios que alcanzan todos los ámbitos de la actividad humana.
Sus efectos se manifiestan de manera muy
especial en las actividades laborales y en el mundo educativo, donde todo debe
ser revisado: desde la razón de ser de la escuela y demás instituciones
educativas, hasta la formación básica que precisamos las personas, la forma de
enseñar y de aprender, las infraestructuras y los medios que utilizamos para
ello, la estructura organizativa de los centros y su cultura.
Importancia creciente de la educación
informal de las personas. Y es que con la omnipresencia de
los medios de comunicación social, los aprendizajes que las personas realizamos
informalmente a través de nuestras relaciones sociales, de la televisión y los
demás medios de comunicación social, de las TIC y especialmente de Internet,
cada vez tienen más relevancia en nuestro bagaje cultural. Además,
instituciones culturales como museos, bibliotecas y centros de recursos cada
vez utilizan más estas tecnologías para difundir sus materiales (vídeos,
programas de televisión, páginas web... ) entre toda la población. Y los
portales de contenido educativo se multiplican en Internet.
Los jóvenes cada vez saben más
(aunque no necesariamente del "currículum oficial") y aprenden más
cosas fuera de los centros educativos. Por ello, uno de los retos que tienen
actualmente las instituciones educativas consiste en integrar las aportaciones
de estos poderosos canales formativos en los procesos de enseñanza y
aprendizaje, facilitando a los estudiantes la estructuración y valoración de
estos conocimientos dispersos que obtienen a través de los "mas
media" e Internet.
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